Hay cada gaucho en la Pampa…

El gaucho es parte de la cultura rioplatense, una forma de vida, una palabra que encierra admiración para muchos y, para algunos, una pizca de desprecio. Hábiles jinetes, diestros en el manejo de vacas y ovejas, son orgullosos de su oficio y su cultura que implica todo lo que tenga que ver con su trabajo.

Su origen es impreciso, así llamaban a los vaqueros que vagaban en las extensiones de la Banda Oriental y el Brasil, zona inhóspita en la que sobrevivían porque poco necesitaban: su caballo, su lazo, su facón. Solo tenían que alcanzar una de las millones de vacas que poblaban el lugar para alimentarse y vestirse. El cuero fue su indumentaria, su sustento, su trabajo y su negocio. Con el tiempo aprovecharon la carne, pero al principio solo la lengua del animal era su sustento.

La palabra gaucho tiene muchos orígenes. Algunos sostienen que vienen del quechua, huachu que significa padre. Otros dicen que deriva del francés, de gauche, izquierda. Hay quien cree que se origina en el latín, gaudeo, persona alegre. De allí pasó a gauderio, gauducho y finalmente gaucho. Esta etimología latina es bastante discutida y varios investigadores insisten en su origen americano, de palabra nativas como cauchu, que quiere decir amigo… de allí el vínculo entre la condición de gauchada, el favor y la amistad.

Otros sostienen que viene del guaraní, Kaú y significa borracho por su fama de vago y mal entretenido. Se los persiguió y dejó encerrados en estancias y fortines. Para andar por allí necesitaban unas papeletas que conseguían ante un juez de paz. El viejo Vizcacha aconsejaba tener uno siempre como amigo…

La asociación con guacho es evidente, aunque entre la gauchada y la guachada hay un enorme espacio…

Dicen que cuando Fructuoso Rivera visitó Buenos Aires años antes de ser el primer presidente de Uruguay (cosa que entonces no soñaba), fue recibido por distintas autoridades para homenajear a este seguidor de Artigas, con quien había terminado enemistado. Durante el brindis en su honor, Juan Manuel de Rosas alzó su copa por el “gaucho Rivera”. Hubo un minuto de silencio, la palabra entonces tenía una connotación peyorativa entre los habitantes de las ciudades. Don Frutos asintió con una sonrisa y en tono festivo se hizo eco de las palabras de don Juan Manuel. Días más tarde Rivera debía huir de Buenos Aires con precio sobre su cabeza. Por años sería el opositor más tenaz de Rosas…

La literatura recogió la forma de expresarse del gauchaje creando libros fundacionales como el Martín Fierro y su vuelta, el “Fausto” de Estanislao del Campo, los versos de Ascasubi, “Los tres gauchos orientales” de Antonio Lussich, entre muchas otras obras que recogieron el sentir del paisano en estas soledades.

Conmemorando la publicación del Martín Fierro, realizada en 1872, cada 6 de diciembre se celebra en Argentina el Día del Gaucho. La costumbre se inicio en 1993, aunque podríamos decir, al igual que el del padre y la madre, todos los días son el día del gaucho, desde el amanecer hasta que aparece la primera estrella, cuando marchan silenciosos pa’ las casas.

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