Giacomo Casanova: Memorias de un seductor – Parte I

Giacomo era hijo de Gaetano Casanova y Zanetta Farussi, ambos actores. Cuando Gaetano pidió la mano de Zanetta, fue rechazado por los padres de la joven quienes ponían reparos por la diferencia etaria (Gaetano le llevaba 10 años) pero, sobre todo, porque consideraban que el oficio de actor era una profesión con poco futuro. Gaetano se casó prometiendo a sus suegros que su hija jamás subiría a las tablas, promesa que se rompió a la muerte del padre de Zanetta.

Giacomo Casanova fue el mayor de los hijos de este matrimonio, siempre rodeado de escándalos de todo tipo, de hecho hay fuentes que señalan al productor teatral Michelle Grimoni -miembro de una familia patricia- como su verdadero progenitor.

La popularidad de la pareja era tal que fueron contratados para viajar a Londres donde nació el segundo hijo del matrimonio, llamado Francesco. Las malas lenguas decían que era el hijo del Príncipe de Gales (el futuro Jorge I).

Los Casanova volvieron a Venecia donde nacieron los otros hermanos del seductor, Giovanni Battista (quien al igual que Francesco sería pintor), Faustina, Maddalena y Gaetano.

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Venecia en 1730.
Venecia en 1730.

 

Venecia era, a pesar de sus gobernantes conservadores y cristianos, una ciudad de tolerancia que hacía ojos ciegos a vicios privados. Tal tolerancia convirtió a Venecia en meca del turismo non sancto. Los jóvenes aristócratas de todas partes de Europa concurrían a Venecia, donde los juegos de azar y el acceso a “damas ligeras” hacían las delicias de los visitantes.

El Carnaval era la excusa perfecta para el desenfreno amparado por el anonimato de las máscaras y las capas. En este medio licencioso, se crió Giacomo quien, con apenas 8 años quedó huérfano de padre. La familia Grimani, a fin de saldar vaya uno a saber qué culpa, ofreció los medios para garantizar la educación del joven. Su abuela, Marzia Baldissera, cuidó de los hijos de Zanetta, mientras la actriz recorría Europa, cosechando aplausos y amantes.

A los 9 años Giacomo fue enviado a un internado en Padua. La excusa era alejar al joven del aire viciado de Venecia, aunque estaba convencido que era una maniobra de su madre para deshacerse de él, como lo confiesa en sus memorias.

La vida como pupilo era sencillamente abominable, razón por la cual pidió ser puesto al cuidado del abate Gozzi quien lo instruyó en latín, literatura y violín. Durante su adolescencia vivió en la casa del abate, donde además de su formación académica se inició en las artes amatorias con Bettina, la hermana menor de su mentor. “Mi corazón sintió las primeras chispas de los sentimientos que más tarde se convirtieron en mi pasión dominante”, explica Casanova en sus memorias.

CASANOVA

 

 

 

Joven despierto de espíritu, ingresó en la universidad de Padua a los 12 años y se graduó de licenciado en leyes a los 17, a pesar de sentir un profundo rechazo por esta profesión. Se versó en distintas materias aunque su inclinación natural lo hizo interesarse en la medicina. Desde entonces era su costumbre automedicarse o aconsejar sobre alternativas terapéuticas a sus amigos. Mientras concurría a la universidad también se inició en un hábito que no lo abandonaría por muchos años: el juego.

Vuelto a Venecia tomó los hábitos menores y se cobijó bajo el ala protectora del senador Alvise Gasparo Malipiero, dueño del Palacio del mismo nombre que se convirtió en su hogar. Allí aprendió a moverse en los círculos aristocráticos, instruido en los secretos de la etiqueta y a apreciar la buena mesa y el mejor vino. Pero un buen día, el Sr. Malipiero lo encontró intimando con la actriz Teresa Imer, razón por la cual fueron expulsados del Palacio. Sin embargo la experiencia sexual que lo marcó de por vida fue la que mantuvo con las hermanas Savorgnan. Aquí se inicia su carrera de libertino, plagada de aventuras eróticas, enamoramientos, desengaños y engaños que marcarán la vida de Giacomo Casanova, el maestro de la seducción.

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