Retrato de Gervasio Méndez

Comentario sobre Retrato de Gervasio Méndez

Mendilaharzu pintó el retrato del poeta entrerriano Gervasio Méndez (Gualeguaychú, 1843-Buenos Aires, 1897), postrado por una parálisis progresiva desde 1876, con la finalidad de rifarlo en su beneficio. La rifa se concretó solo después del suicidio del pintor, en la exposición póstuma que organizó Eduardo Schiaffino en los salones del Ateneo en 1894, poco antes del segundo Salón anual.

Gervasio Méndez, quien se había visto involucrado en las guerras civiles contra su voluntad, vivió treinta años postrado y en la indigencia, ayudado por la solidaridad de otros poetas, escritores y periodistas como Olegario V. Andrade y Francisco Soto y Calvo, que regularmente publicaron artículos sobre el trágico destino del poeta y llamados a la solidaridad. En 1890 había sido operado de la vista, con escasos resultados, por el oftalmólogo Pedro Lagleyze.

Schiaffino comenta el tratamiento audaz y moderno de este retrato, pintado con una factura suelta de pinceladas visibles. El cuadro está resuelto en colores pardos y en una tonalidad oscura, unificados en esa paleta el fondo, los muebles y la vestimenta del poeta. Su rostro se destaca claramente mediante un foco de luz casi escenográfica, que ilumina también una mano y sus papeles de trabajo. En la mesita a su lado, un lápiz rojo es la única nota de color vibrante del cuadro. El formato y encuadre de este retrato recuerda el de Stéphane Mallarmé pintado por Manet en 1876. Hay sin embargo en la expresión de Méndez un gesto de obstinación en la mirada fija e intensa que contrasta con la absorta melancolía del poeta francés. En ese mismo año Mendilaharzu había escrito a su maestro Aquiles Zo desde París una carta en la que criticaba duramente las pinturas de Manet que habían sido rechazadas en el Salón, lo cual hace suponer que conoció aquel retrato. Sin embargo, muchos de los aspectos que declaraba no comprender en los cuadros de Manet (la indiscernible textura de los paños, por ejemplo) aparecen desplegados aquí.

Hijo de inmigrantes vascos franceses, Mendilaharzu había partido a los 20 años, tras una primera formación con Martín Boneo, a estudiar en Bayona, donde aún vivía parte de su familia. Allí estudió pintura con Aquiles Zo, con quien mantuvo una larga amistad y correspondencia. Dos años más tarde se estableció en París donde estudió con el artista, también bayonés, Léon Bonnat. Expuso regularmente en el Salón de París entre 1879 y 1886. Se vio en grandes dificultades para sobrevivir en Europa cuando su familia ya no pudo sostenerlo. A comienzos de la década del 80 se discutió una beca en el Senado del gobierno de la provincia, que alcanzó estado público en la prensa. Recibió una pensión en 1881 y regresó definitivamente a Buenos Aires en 1889, luego de un primer regreso en 1886, cuando recibió el encargo de los paneles de la sala del Congreso de la ciudad de La Plata. Durante su larga estancia en París recibió auxilio y pintó retratos por encargo de argentinos que residían allí, como Carlos Vega Belgrano, Rufino Varela y, sobre todo, Ignacio Pirovano. Es probable que a través de Vega Belgrano el pintor se pusiera en contacto con la tragedia de Gervasio Méndez, ya que ambos eran oriundos de Gualeguaychú. En 1892 Mendilaharzu comenzó a sufrir síntomas de demencia. En 1894 se suicidó en el Hospicio de las Mercedes. Tanto el retratista como el retratado fueron, en los años finales del siglo XIX, considerados mártires, víctimas de un destino trágico al que los había empujado el abandono y la indiferencia pública.

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