Meter Zvi Malkin, el espía que capturó a Eichmann

Meter Zvi Malkin, antiguo espía israelí que en 1960 capturó a Adolf Eichmann en Argentina, y que posteriormente le apresó una y otra vez sobre el papel en su segunda carrera como pintor y escritor, falleció el 1 de marzo del año 2005 en un centro de rehabilitación de Manhattan. Se cree que tenía 77 años y poseía residencias en Nueva York y Tel Aviv. Malkin, que se recuperaba de una infección sanguínea que contrajo hace varios meses, murió ahogado en su propio vómito, según comunicó Gabriel Erem, un viejo amigo.

Malkin, que fue agente del Mossad durante 27 años, fue el autor de unas memorias, Eichmann in my hands (Warner, 1990). Escritas con Harry Stein, narran la persecución y captura por el Mossad de Adolf Eichmann, arquitecto de la Solución Final, el sistemático programa nazi para exterminar a los judíos.

Malkin, un maestro del disfraz, a menudo se hacía pasar por un pintor itinerante durante las misiones para recabar información. Asqueado y fascinado por Eichmann durante el tiempo que pasó custodiándolo en Argentina, comenzó a esbozar su retrato a escondidas. Más tarde, Eichmann fue sacado clandestinamente del país para ser sometido a juicio en Israel; fue condenado por crímenes contra la humanidad y otros cargos y ejecutado en 1962.

En una entrevista, Robert M. Morgenthau, fiscal del distrito de Manhattan, definió a Malkin como “un hombre absolutamente extraordinario, probablemente el mejor agente de espionaje del siglo pasado”. Desde finales de la década de los setenta, Malkin ayudó a Morgenthau en varios casos, incluyendo la investigación de Frank Terpil, un agente de la CIA condenado por vender armas y explosivos a Libia y Uganda. Terpil huyó de Estados Unidos y falleció en el año 2016.

En 2002, VWF Publishing editó una colección en dos volúmenes de la obra artística de Malkin, The Argentina journal y Casting Pebbles on the water with a cluster of colors. Malkin, que se retiró del Mossad en 1976, también fue asesor privado de antiterrorismo en años posteriores.

Zvi Malchin nació, probablemente, el 27 de mayo de 1927, en Polonia (según su hijo, Omer) o en la Palestina británica (según la página web de Malkin). “Con él, depende del pasaporte que estés mirando”, decía Omer Malkin por teléfono. Según su hijo, Malkin adoptó de adulto el nombre de Peter y “anglificó” la ortografía de su apellido. El hijo de Malkin y su página web coinciden en que Malkin pasó su primera infancia en Polonia. En 1936, con el auge del antisemitismo, su familia se instaló en Palestina. La hermana de Malkin, Fruma, y sus tres hijos se quedaron en Polonia. Todos murieron en el Holocausto, junto con muchos otros parientes de Malkin.

Cuando era adolescente, Malkin se incorporó a los grupos clandestinos judíos de Palestina. Después de la creación del Estado de Israel fue reclutado por el Mossad. Finalmente, se convirtió en el jefe de operaciones de la organización.

En la primavera de 1960, Malkin formaba parte de un equipo de agentes enviados a Buenos Aires para secuestrar a Eichmann, que vivía en las afueras con el alias de Ricardo Klement. Eichmann, de hábitos meticulosos, era rigurosamente puntual y regresaba a casa en el mismo autobús cada noche desde su trabajo en una fábrica de Mercedes-Benz. El 11 de mayo, Eichmann se apeó del autobús y se dirigió hacia su casa en la calle de Garibaldi. Malkin se le acercó y le balbuceó las únicas palabras que conocía en español: “Un momentito, señor”. Agarró a Eichmann por el brazo. Según le contó a The New York Times en 2003, llevaba guantes para no tener que tocarle. Preocupado por los testigos, Malkin iba desarmado. En una entrevista de 2003 con la revista Midstream, una publicación judía mensual, explicaba: “Lógicamente, no podíamos decirle a la gente: ‘Vamos a capturar a Eichmann, así que, aléjense”. Malkin y sus compañeros metieron a Eichmann en un coche que les esperaba y le llevaron a un “lugar seguro”, donde fue interrogado durante 10 días. Malkin, que custodió a Eichmann durante ese tiempo, empezó a dibujarle a escondidas, utilizando los lápices y pinturas acrílicas que llevaba en su equipo de disfraces.

Debido al extremo secretismo que exigía el Mossad, no explicó nada sobre su papel en la captura de Eichmann durante muchos años. Como le contó a la revista Midstream, sólo rompió su silencio cuando su madre se encontraba en el lecho de muerte. “Mamá”, le dijo. “He capturado a Eichmann. Hemos vengado a Fruma”.

* Este artículo apareció en la edición impresa del 10 de marzo de 2005 en el diario El País.

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