Los días de Gioachino

Este músico prodigio nació en una fecha muy particular, el 29 de febrero de 1792, y se retiró a los 37 años de los escenarios para gozar de su fortuna y su capacidad culinaria que nos dejó los célebres canelones y los tournedós, que llevan su nombre.

Gioachino era un niño prodigio como lo había sido Mozart y ambos fueron distinguidos con una temprana admisión a la Academia Filarmónica de Bolonia. Desde entonces el genio de Salzburgo fue para Rossini “el modelo de mi juventud, la desesperación de mis años de madurez y el consuelo de mi vejez”, además de ser fuente de inspiración, ya que Rossini se basó en la temática de Mozart para componer una de sus obras mas famosas; El barbero de Sevilla.

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Clásica escena del  El barbero de Sevilla.

Clásica escena del El barbero de Sevilla.

Rossini pasó los primeros años de su vida en Pesaro, donde se lo conocía como “el vivaz”, por su precoz talento musical que lo llevó a tocar en la banda municipal con escasos 6 años. Sus padres – un cornista de oficio y una cantante – comprendieron que tenían un prodigio en sus manos, pero en vez de exhibirlo por todo el mundo como habían hecho con Wolfgang, a Gioachino le dieron una buena educación musical. Aprendió a tocar la espineta con Giuseppe Prinetti y mas tarde se formó con su padre y el canónigo Giuseppe Malerbi, quien lo introdujo en los clásicos. En la Academia de Bolonia fue alumno de Angelo Tesei y Stanislao Mattei. El primer reconocimiento lo tuvo a los 16 años al ser premiado por el Liceo de Bolonia.

Por un tiempo se ganó la vida como clavecinista de teatro hasta que en 1810 fue convocado a componer una ópera llamada La cambiale di matrimonio, un tema que Mozart ya había tocado. El éxito obtenido le hizo comprender que este era el camino a la fama. Inmediatamente lo invitan a participar en la producción de La Fenice en Venecia y La Scala de Milán donde su obra L´occasione fa il ladro (La ocasión hace al ladrón) tuvo 53 representaciones.

Loccasione fa il ladro G. Rossini

Este éxito afianzó su carrera y lo mostró como un genio del género bufo. Con 25 años fue contratado para componer en Nápoles, tanto en el Teatro de San Carlos, como el del Fondo. Aquí conoció a Isabella Colbrán, una de las sopranos mas conocidas de su tiempo, quien se convertiría en su esposa. (Doce años más tarde se divorció y vivió con la hermosa Olympe Pélissier, con quien se casaría en 1847).

Mientras tanto, al joven Rossini le llovían propuestas de presentaciones que cumplía a contra reloj. De allí que muchas Arias u oberturas de sus óperas se repiten. De estos años juveniles es su frase “le puedo poner música a una lista de lavandería”.

En 1816 estrenó en el Teatro Argentina de Roma, El barbero de Sevilla, obra basada en la obra Beaumarchais, que había inspirado en Mozart Las bodas de Fígaro.

Si bien El barbero de Sevilla no fue bien recibida inicialmente, fue alabada por compositores de la talla de Verdi y Paisiello, convirtiéndose en una de las obras más célebres del repertorio operístico.

rossini barbero

En 1823 estrenó su última ópera en Italia, Semíramis, basada sobre una tragedia de Voltaire y presentada en La Fenice de Venecia. Esta obra esta hecha para el lucimiento de los cantantes por el amplio despliegue vocal, una muestra de virtuosismo como se acostumbraba entonces, no sólo en el canto sino en las “cadenzas” de los conciertos, espacio reservado para el lucimiento de los mas dotados con un despliegue para asombrar al mundo con sus malabares armónicos.

Los éxitos en Italia le dieron pingües ganancias. Era el momento que lo conociesen en el resto de Europa, y hacia París y Londres fue Rossini para deleitar al público con sus obras.

El Rey Carlos X de Francia le pidió una ópera para celebrar su coronación y en 1829 compuso su última ópera, Guillermo Tell, cuya obertura se hizo muy popular en el siglo XX (por que se usaba como cortina musical en la serie del Llanero Solitario). Después de este éxito, Gioachino se retiró en el clímax de su carrera. Siempre fueron un misterio las razones de su precoz jubilación.

el llanero solitario

¿Acaso se había agotado su inspiración? ¿Acaso su bipolaridad lo sumió en una depresión?

Quizás la respuesta a estas dudas pueden resumirse en una frase que Rossini solía repetir: “Todos trabajamos por tres cosas; la fama, el oro y el placer. Tengo fama, no necesito más oro y los placeres de antaño me aburren…”

Rossini murió en Passy, muy cerca de París, en 1868.

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