La casa está en orden – Parte I

El levantamiento militar de los carapintadas estalló durante la Semana santa del año 1987, hace 32 años, cuando oficiales y suboficiales de rango medio y bajo del Ejército se amotinaron en Campo de Mayo, el principal centro militar del país .

Fue el primero de los 4 levantamientos que hubo entre 1987 y 1990, pero también el más importante por el impacto político que tuvo y la tensión social que se vivió esos días.

Y en qué contexto se levantaron carapintadas?

Raúl Alfonsín había ganado las elecciones presidenciales hacía más de 3 años, las primeras desde la vuelta de la democracia constitucional con el 51,7% de los votos, frente al 40% que obtuvo el candidato de la derecha peronista Ítalo Lúder.

Argentina estaba viviendo en ese momento las ilusiones de una “primavera democrática” después de 8 años de dictadura. Los movimientos de Derechos Humanos cobraron mucha fuerza e incluso desde comienzos de los 80 las movilizaciones en su contra se volvieron masivas por eso la campaña de Alfonsín se centró en levantar como idea fuerza los “valores democráticos”, con un discurso “progresista”.

En esta situación se fortalecieran los partidos políticos mientras que al mismo tiempo las Fuerzas Armadas se desprestigiaron completamente. Habían fundido al país y fueron brutalmente derrotados en Malvinas. Y a esto se sumó el repudio general al accionar represivo que se conoció con los juicios que sacaron a la luz el plan sistemático de terrorismo de Estado.

El tema de los juicios es interesante porque el gobierno quería mantener ciertos límites. En el marco de la “teoría de los dos demonios”, los primeros juicios querían sentar en el banquillo a los jefes de las organizaciones armadas y se pretendía que las Juntas Militares sean juzgadas por un tribunal militar, un poco para lavarles la cara, pensando que lo ideal sería depurar a algunos cuantos dictadores y tema cerrado. Pero al negarse a juzgar a sus compañeros de armas, las causas quedaron en manos de tribunales civiles conociéndose más ampliamente las denuncias.

Lógicamente los militares no podían ni caminar por la calle porque el repudio era masivo. Por eso como parte de la política de recomposición de las fuerzas y en un intento de reconciliación nacional, en diciembre de 1986 el gobierno sancionó la Ley de Punto Final que daba un plazo de 60 días para hacer denuncias vinculadas a la última dictadura y después de ese tiempo quedarían prescriptas. Si el objetivo era ponerle un fin a las acusaciones pasó lo contrario: hubo una ola de denuncias y se procesó a más de 300 oficiales, superando todas las expectativas.

Esta situación terminó provocando el levantamiento.

Estalló el jueves 16 de abril (jueves de Semana santa) cuando el mayor Ernesto Barreiro, un genocida de la Perla -el Centro de Detención Clandestino más grande de Córdoba-, se negó a declarar y cuando las fuerzas policiales lo fueron a buscar, todo su personal se terminó acuartelando.

Al día siguiente el Teniente Coronel Aldo Rico dejó su regimiento en Misiones y se amotinó junto a otros militares en Campo de Mayo reclamando que ellos también estén incluidos en el pacto de impunidad, igual que sus jefes. Tomaron la Escuela de Infantería y desplegaron un show muy bizarro con armas pesadas, artillería y tanques apostados en todo el predio, pintados con betún y cargando granadas en señal de combate.

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Aldo Rico en el levantamiento carapintada de Campo de Mayo, 1987.

Aldo Rico en el levantamiento carapintada de Campo de Mayo, 1987.

Estas imágenes recorrieron todos los diarios y programas de tele agitándose el fantasma de un nuevo golpe. Mientras las supuestas fuerzas leales al gobierno dilataron su ingreso a Campo de Mayo mostrando que en la práctica estaban de acuerdo con los reclamos de los carapintadas.

Ante la inoperancia del gobierno los que si reaccionaron rápidamente fueron las millones de personas que se movilizaron durante ese fin de semana en todo el país rechazando los levantamientos. Hubo dos escenarios muy masivos:

Por un lado Campo de Mayo donde desde ese viernes Santo se juntaron miles de personas que cantaban “que se vayan, que se vayan” y “si se atreven, les quemamos los cuarteles”.

Por el otro, la Plaza de Mayo registró una de las movilizaciones más masivas de su historia el domingo de Pascuas. Marcharon sindicatos, los organismos de DD.HH, los partidos políticos de la izquierda como el MAS (Movimiento al Socialismo) que también tuvo enorme convocatoria denunciando los pactos entre el gobierno y los militares. Pero también se movilizaron miles de familias, estudiantes, trabajadores. Todos en las calles.

Este texto continuará el 19 de abril.

Texto extraído de http://www.laizquierdadiario.com/

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