El Coyote y el Correcaminos

Aún hoy, sin importar la edad, nos divierten las innumerables estrategias fallidas del Coyote; aún hoy seguimos deseando que el Coyote finalmente atrape al veloz plumífero. Aún hoy nos descubrimos pensando y a veces hasta sugiriendo en voz alta estrategias para que el sufrido coyote logre al final su cometido, que parece imposible.

La creación de estos personajes fue inspirada por un libro de Mark Twain llamado “Roughin it”, escrito en 1872; se trataba de un libro de aventuras y en parte autobiográfico, en el cual Twain relata sus viajes por el oeste norteamericano. En ese libro el autor decía que un coyote hambriento podría cazar a un correcaminos.

El primer episodio salió al aire en septiembre de 1949 y se tituló “Fast and Furry-Ous”. Originalmente, la idea del autor era que los personajes fueran mudos y que sólo se comunicaran, tanto entre ellos como con el público, con carteles; de esa manera, además, se rompía “la cuarta pared”. Pero apareció el “bip-bip” del correcaminos, ideado por Paul Julian, que era dibujante de escenarios de fondo. Lo hizo imitando la bocina del Volkswagen escarabajo y fue aceptado enseguida. Luego de un problema con el sindicato de actores debido a los términos legales del doblaje (del “bip bip”) se decidió reutilizar la grabación de Julian en cada episodio.

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El escenario de las historias, el desierto del sudoeste norteamericano, parece estar basado en los desiertos de New México (EEUU) o incluso de Sonora (México), ya que hay un episodio en que el correcaminos corre una carrera con Speedy González, el superveloz ratón mexicano.

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Es muy divertido ver (y en los episodios doblados al español, escuchar) los “nombres científicos” de los personajes; el correcaminos ha sido denominado como “accelerati incredibilus” en los primeros episodios, para luego ser denominado “velocitus tremenjus”, “speedipus rex”, “birdibus zippibus”, “tastyus supersonicus” y varios nombres más, mientras que el coyote, originalmente “carnivorous vulgaris”, también fue “eatibus anithingus”, “famishius vulgarus”, “eatius birdius”, “grotesques apetitus” y otros.

No es erróneo afirmar que todos hemos querido que el Coyote (su nombre real es Wile E. Coyote) atrape al Correcaminos de una vez, así como muchos queremos que Silvestre atrape al insufrible Tweety. La resiliencia del Coyote es conmovedora y genera simpatía inmediatamente, y a pesar de que el Coyote jamás sonríe, nos cae bien desde el primer momento. Las expresiones de su cara ante la inminencia de cada golpazo o de cada caída por el precipicio son geniales. El correcaminos, en cambio, siempre sonriente, nos genera simpatía inicial pero termina hartándonos con su suficiencia y su pícara malicia que condena al fracaso al pobre Coyote una y otra vez.

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El Coyote es expresivo, voluntarioso, tozudo, valiente, arriesgado, insistente, duro, ingenioso; además, hace de todo: planea, vigila, espera, inventa, persigue, invierte, hace, deshace, falla, insiste, cae, sufre, aguanta, intenta, se golpea, vuelve a intentar. El correcaminos, en cambio, es aséptico, impecable, monocorde, inmutable, rutinario, predecible, y lo único que hace es correr y hacer bip-bip. Cómo no identificarnos con el buenazo de Wile…

El Correcaminos no le produce daño al Coyote en forma directa pero lo enerva con su insufrible bip-bip, generando en él una frustración y sensación de impotencia permanentes; es el Coyote mismo el que sufre golpes terribles por culpa de su impericia, de su mal cálculo o de la mala calidad de los innumerables artefactos que adquiere para atrapar al correcaminos, todos marca Acme. Curiosamente, “acme” significa “el pico máximo” de algo, el punto mayor que se puede alcanzar… y el nombre fue elegido con total intención. Así, el Coyote adquiere todo tipo de artilugios para lograr su objetivo: prueba con cohetes a propulsión, catapultas, paredes de acero, arcos y flechas, cañones, hondas gigantes, jarabes para aumentar la musculatura, resortes, tónicos para aumentar la velocidad, patines a propulsión, vitaminas, trampas variadas, redes, trajes de Batman, explosivos de todo tipo, etc. No sólo nada le funciona sino que siempre termina igual: la mayoría de las veces cae por un precipicio (el humito que se ve desde arriba es genial), otras veces termina estampado contra el piso por una enorme piedra que le cae encima, y la mayoría de las veces le ocurren ambas cosas.

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En algunos episodios el Coyote prueba con productos de otra marca, sin mejores resultados. En un guiño divertido, en el año 2000, en “Cartoon News” se informó que el Coyote había demandado a Acme por “daño emocional”; curioso, ya que los daños que sufre permanentemente son más bien físicos, mientras que su temple parece invulnerable.

Por supuesto que es ridículo, pero seguramente todos nos hemos preguntado, aún en broma: ¿de dónde saca el dinero para comprar tantos aparatos? ¿Cómo es que después de caer una y otra vez por un precipicio sigue intentando atraparlo? ¿A qué dirección le llegan las encomiendas de Acme? ¿Por qué busca alguna otra cosa para comer y se olvida del correcaminos? Las preguntas son un disparate, pero nos las hacemos, aún en broma, porque nos ponemos en el lugar del sufrido coyote.

Y es que… ¡¡¡queremosssss que lo atrape!!! Empatizamos con él casi desde el principio, y mientras más episodios miramos a lo largo de los años, más nos irrita el correcaminos y su cínico bip-bip.

Y es bueno saber que… en un episodio, lo atrapó.

Sí, así como se lee.

Ocurrió en el episodio “Soup or Sonic” (otro título con un exquisito juego fonético), de 1980. En el mismo, en una de sus tantas persecuciones, ambos entran por un tubo cuyo diámetro se va reduciendo; al salir de él, el Coyote comprueba que su cuerpo se ha achicado, que ahora su tamaño ahora es mínimo, más chico que el del correcaminos. La persecución continúa y ambos vuelven a entrar en el tubo, pero desde el extremo pequeño del mismo. Al salir de él, el Coyote sigue siendo “mini”; al verlo de tamaño reducido, el correcaminos se detiene al lado del ahora pequeñísimo Coyote y permite que éste lo atrape. El Coyote abraza la pata del ahora (para él) enorme Correcaminos con el gesto de satisfacción de haberlo atrapado. Pero al ver el tamaño gigantesco del Correcaminos, el Coyote mira casi desalentado a la cámara y saca uno de sus habituales carteles, que dice: “ok wise guys, you always wanted me to catch him. Now what do I do?” (“ok chicos listos, siempre quisieron que lo atrapara. ¿Ahora que hago?”).

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Hay otra ocasión en la que el Coyote tiene éxito; en este caso se trata de un video falso de 2009. Hay varias teorías sobre el video en cuestión: una dice que un magnate (algunos dicen texano, otros dicen japonés) se lo pidió a la Warner, pagó mucho dinero por él y prometió mantenerlo para su privacidad, cosa que no ocurrió. Otra versión dice que se trata de un episodio inédito en el que se pidió a los dibujantes un final alternativo que jamás fue estrenado. Nada de eso parece ser cierto. Lo que se ve en el video es un montaje sobre un episodio original (es decir una “pirateada”, y se nota la diferencia en la calidad del dibujo) en el que el Coyote dibuja un túnel en la ladera de la montaña, el correcaminos se estrella contra el falso túnel a toda velocidad y queda tendido en el piso desmayado. El Coyote le salta encima hasta aplastarlo, luego lo ata con explosivos y, al explotar, el correcaminos queda desplumado y rostizado. En este momento, el Coyote muestra al público un cartel que dice “Lafacukur” (en este momento se nota claramente que esto está “injertado”), luego saca una servilleta y los cubiertos, y se apresta a comerlo.

Este video es evidentemente falso, y “Lafacukur” resultó ser el nombre del autor del mismo; es argentino y tenía un canal de YouTube en el que durante un tiempo sólo estaba ese video.

Pero quedémonos con lo que vemos hace decenas de años; aunque hayamos visto miles de veces cada episodio, los disfrutamos como la primera vez.

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