El apartheid y la masacre de Sharpeville

Volvamos un poco en el tiempo y veamos… cómo empezó todo.

En 1948, favorecido por un sistema electoral en el que se daba primacía a áreas de hegemonía “afrikaner” (sudafricanos descendientes de holandeses), el Partido Nacional ganó el mayor número de escaños en las elecciones, a pesar de perder la votación popular por amplio margen (¡!… bueno, es cuestión de saber cómo sumar los números de la manera que conviene…). El líder del partido, Daniel François Malan, asumió como primer ministro y de inmediato aplicó, a través de varias leyes, el apartheid (o sea, el segregacionismo racial) para para preservar la supremacía blanca. Para esa época, el afrikaner común tenía una mentalidad cerrada y sentía que su prosperidad (y más aún, su existencia) estaban amenazadas por la mayoría negra, cada vez más politizada, y por los británicos (más numerosos que los afrikaners), con el agravante de que la comunidad internacional ya había condenado la política racial sudafricana durante esa década. Sudáfrica consagró entonces, por primera vez, un gabinete formado exclusivamente por afrikaners, caracterizado por el racismo y el anticomunismo.

El apartheid dividió a la población sudafricana en cuatro grupos raciales: los blancos (que tenían el derecho a controlar los organismos del estado porque eran los considerados “civilizados”), los negros, los mestizos y los asiáticos (indios y paquistaníes). Para tener una idea proporcional, en 1948 había 11.000.000 de negros, mestizos y asiáticos y 2.500.000 blancos. Bastante diferencia.

Danger.

Así que el gobierno de Malan aprobó una serie de leyes fundamentales para la política de apartheid. Una de las más agresivas fue la que prohibía los matrimonios mixtos, en 1949. Un año después se declararon ilegales las huelgas, en una época en la que los trabajadores negros ganaban 17 centavos al día promedio trabajando en condiciones infrahumanas en las minas de diamantes. Otra ley, la del “registro de la población”, hizo obligatoria la “calificación racial” de todos los hombres, mujeres y niños, y asignó áreas específicas de convivencia para según las razas; así, la raza negra fue confinada a un 13% del territorio sudafricano. Y como era de esperar, se dispusieron servicios públicos separados (hospitales, escuelas, parques) y de diferente calidad.

En 1949 estallaron los primeros conflictos y disturbios por el apartheid. No podía ser de otra manera.

Volvamos entonces al 21 de marzo de 1960. Ese día, las fuerzas policiales dispararon contra pobladores negros que se manifestaban desarmados y en forma pacífica contra la segregación racial.

Murieron 69 personas en esa masacre, y hubo además 178 heridos. Este terrible hecho concertó la atención pública mundial hacia Sudáfrica, y de alguna manera incitó a los movimientos antisegregacionistas a ir renunciando a la protesta no violenta.

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Ilustración sobre la masacre de Sharpeville en 1960.
Ilustración sobre la masacre de Sharpeville en 1960.

 

A raíz de la masacre se produjeron manifestaciones en todas las ciudades con población negra, y el gobierno del Partido Nacional a cargo del primer ministro Hendrik Verwoerd impuso la ley marcial y declaró ilegal al Congreso Nacional Africano (CNA) y al Congreso Panafricanista. Hacia mayo del mismo año ya habían sido encarcelados alrededor de veinte mil habitantes de raza negra y los grupos antiapartheid sobrevivían en la clandestinidad.

El presidente del CNA, Albert Luthuli, recibió el Premio Nobel de la Paz ese mismo año, por estar “a la vanguardia en la lucha contra el apartheid en Sudáfrica”; sin embargo, sus jóvenes representados consideraban otros caminos para luchar por sus derechos.

“¿Es políticamente correcto continuar aconsejando la paz y la no violencia cuando nos enfrentamos a un gobierno cuyas prácticas bárbaras han causado tanto sufrimiento y miseria a nuestros hermanos africanos?”, planteaba uno de los líderes, Nelson Mandela. Desde ese momento se iniciaría una etapa de rebeliones con las subsiguientes represalias, ya que ambos “bandos” abandonaron la tradicional estrategia de protesta no violenta e iniciaron una incesante lucha armada. A la matanza de Sharpeville sucedió una oleada de protestas en todo el mundo, incluida la condena de las Naciones Unidas (ONU).

Sudáfrica salió del Commonwealth en 1961. La “guerra” de Verwoerd contra los activistas negros culminó en 1963 cuando la policía atacó la sede de un grupo escindido del CNA. Nelson Mandela se encontraba entre los líderes capturados y fue uno de los sentenciados a cadena perpetua.

Tres años más tarde, Verwoerd fue apuñalado en el parlamento. Por un hombre blanco. Su partido y la política del apartheid se mantuvieron en el poder.

Sharpeville supuso un punto de inflexión en la historia sudafricana desde la posguerra, ya que durante los 30 años siguientes el país se encontraría cada vez más aislado por parte de la comunidad internacional.

En recuerdo de la masacre, la asamblea general de la ONU proclamó el 21 de marzo “Día Internacional de la eliminación de la discriminación racial”.

Siempre creando efemérides, la ONU.

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