¿Dónde está el coronel Bustos?

La mayor parte ya contaban entre sus habitantes eternos a sus primeros gobernadores, pero otras debieron “repatriar” a esos mandatarios como en el caso de San Luis. José Santos Ortiz después de haber sido el primer gobernador puntano, se había desempeñado como secretario de Facundo Quiroga y muerto junto a él en Barranca Yaco. Su esposa solicitó que sus restos fuesen trasladados a la Ciudad de Mendoza donde reposaron hasta el año 2010, fecha en la que fueron llevados a Renca, pueblo de San Luis que lo había visto nacer en 1784.

Córdoba intentó hacer lo mismo con su primer gobernador, Juan Bautista Bustos, de destacada actuación durante las invasiones inglesas y el Ejército del Norte. El 21 de marzo de 1820 fue elegido gobernador de esa provincia y el 20 de febrero de 1821 promulgó la primera constitución cordobesa. Ocho años más tarde fue derrotado por el general Paz en el arroyo San Roque. Buscó el apoyo de Facundo Quiroga y junto al nuevo ejército riojano marchó al encuentro del general Paz quien derrota a Quiroga y Bustos en La Tablada y meses más tarde en Oncativo. Herido de gravedad Bustos buscó de Estanislao López. Estando en Santa Fe, fallece el 18 de septiembre de 1830.

Su cuerpo estuvo extraviado hasta que fue hallado (supuestamente) en el convento de la Orden de los Predicadores en la Iglesia de Santo Domingo de la ciudad de Santa Fe.

Sin embargo, nadie está seguro que estos huesos pertenezcan a quien fuera el primer gobernador de Córdoba. A tal fin era menester cotejar su ADN con alguno de sus descendientes. Se sabe que uno de sus hijos, Ramón, tuvo una destacada actuación en el bando federal. Participó de la campaña contra Lavalle y estuvo en Quebracho Herrado y Rodeo del Medio. Formó parte de las tropas argentinas que sitiaron Montevideo junto a Oribe y cuando Urquiza lo invitó a cambiar de bando, Bustos rechazó la propuesta y junto a Maza, Ramos, Costa y Flores volvió a Buenos Aires para luchar junto a Rosas. Como todos sabemos la suerte se ve adversa en la batalla de Caseros. Sin embargo, Urquiza, bajo cuyas órdenes había servido en la batalla de India Muerta, le concedió el comando de la frontera sur, con asiento en Dolores. Después de la revolución del 11 de septiembre de 1852 (cuando se inicia la separación de la provincia del Buenos Aires de la Confederación y el mandato de Urquiza) Bustos debe refugiarse en Montevideo, para volver cuando su amigo, el general Lagos, pone sitio a la rebelde ciudad porteña. Fracasado este sitio por la traición del comodoro John John Halstead Coe – quien “vendió” la flota confederada a la junta de Buenos Aires – intentó una nueva invasión a la Provincia rebelde junto a los generales Costa y Flores. Una vez más este intento de antiguos rosistas fracasa. En la refriega, Bustos recibe un balazo que pone fin a su aventurada existencia. Fue enterrado en la Iglesia de San José de Flores.

Aquí comienza un impensado trayectopóstumo ya que sus restos fueron trasladados al cementerio de la Recoleta y alojado en la bóveda de su amigo, compañero de tantas campañas y pariente político, el general Hilario Lagos.

A esta tumba histórica se fue a buscar al coronel Bustos para cotejar su ADN con el del supuesto ex gobernador de Córdoba hallado en Santa Fe. Sin embargo, y a pesar de estar registrado su ingreso a la necrópolis y a esta bóveda, no se halló ninguna urna que identificase a Ramón Bustos ¿Qué fue de los gloriosos restos del coronel Bustos, una de las espadas de la Federación? Pues no se sabe. O existió un último traslado que no fue registrado (pasa, mal que nos pese) o sus restos fueron reducidos en el cendrario que existe al fondo de la bóveda Lagos. Nadie lo puede asegurar. Lo cierto es que el hijo del primer gobernador cordobés ha desaparecido, reducida su gloria a polvos perdidos y dejando a los restos de su padre navegando en un limbo de incertidumbre.

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