Citius altius fortius: Algunas curiosidades de los primeros Juegos Olímpicos

Los Juegos Olímpicos promovidos por el barón de Coubertin no tuvieron inicialmente el espíritu deportivo que se le presupone en la actualidad a pesar de que su fundador dijera que “las olimpiadas son símbolos de una civilización entera, superior a países, ciudades, héroes militares o religiones ancestrales… El movimiento olímpico tiende a agrupar, en una unión radiante, todas las cualidades que conducen a la humanidad hacia la perfección… Lo importante es competir, no ganar”. Pero cuando Pierre de Fredy, barón de Coubertin, fomentó la celebración de los Juegos lo hizo para vengar una antigua ofrenda sufrida 25 años antes. El barón se sentía profundamente dolido por la derrota que las tropas prusianas de Otto von Bismarck habían infligido al ejército francés de Louis Napoleón en la guerra franco prusiana de 1871. Para Coubertin, orgulloso de su pertenencia a Francia, necesitaba que el pueblo galo derrotara a su enemigo en cualquier otro enfrentamiento futuro.

Aunque se ha atribuido a Pierre de Coubertin la fundación de los Juegos Olímpicos Modernos la realidad es que el barón francés tomó la idea, comisionado por el gobierno francés, de Evangelios Zapas, un griego que había organizado en Grecia el 15 de noviembre de 1858, el 15 de noviembre de 1870, el 18 de mayo de 1875 y el 18 de mayo de 1889 unos Juegos Olímpicos a menor escala. Esos Juegos no habían tenido continuidad fundamentalmente porque en aquel tiempo Grecia era un país poco influyente a nivel internacional y no pudo entusiasmar a otros países y organismos internacionales para seguir celebrando un evento deportivo a nivel internacional.

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Barón Pierre de Coubertin

Barón Pierre de Coubertin

En la historia de los Juegos Olímpicos varias disciplinas han tenido una participación efímera. Es el caso del cricket que se incluyó como modalidad deportiva en las olimpiadas de París de 1900. Gran Bretaña se hizo con el oro pero los dirigentes olímpicos decidieron eliminarlo de la competición por tratarse de un juego aburrido y poco vistoso. En estas olimpiadas fue la única vez que se disputó el cróquet, pero el escaso interés que despertó entre los espectadores y los participantes – únicamente se presentaron tres mujeres -, motivó su suspensión. Ocho años más tarde, durante los Juegos de Londres, el equipo de Gran Bretaña se hizo con la victoria en las carreras en botes de motor.

El golf ha reivindicado su presencia en el evento deportivo más importante del deporte pero ya estuvo incluido entre las modalidades deportivas en los juegos parisinos de 1900 y, al año siguiente durante las olimpiadas en la ciudad norteamericana de Saint Louis, con victorias del estadounidense Charles Sand y el canadiense Georg Lyon.

En 1908 un juego similar al tenis, el jeu de paume, se disputó durante los juegos de París. El torneo lo ganó Jason Gould, un americano. En los Juegos de 1900, 1904, 1912 y 1920 se celebró el juego de la soga, pero la escasa participación acabó por eliminarlo del programa deportivo olímpico.

La pelota vasca estuvo presente en los juegos olímpicos de París de 1900 aunque como deporte de exhibición se mostró en los juegos de México’68 y en Barcelona’92. Un curioso juego denominado Lacrosse, consistente en utilizar unos palos con redes para capturar una pelota, participó en los juegos de Saint Louis de 1904. El polo estuvo presente en las olimpiadas de 1908, 1920, 1924 y 1936, fechas en las que también se celebró el torneo de rugby.

La primera vez en la historia en la que se encendió la antorcha olímpica fue durante las olimpiadas de Amsterdam’28. La original idea se debió al arquitecto Jan Wils, diseñador del Estadio Olímpico de Ámsterdam, que pensó en mantener encendida una antorcha durante los juegos evocando la leyenda de Prometeo, que le había robado el fuego a Zeus para entregárselo a los mortales.

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Ámsterdam 1928

Ámsterdam 1928

A partir de los Juegos Olímpicos de 1932, celebrados en Los Ángeles, el barón de Coubertin dio luz verde a que la antorcha se convirtiera en uno de los símbolos olímpicos cuando en la ceremonia de clausura dijo: “Que la antorcha olímpica siga su curso a través de los tiempos para el bien de la humanidad cada vez más ardiente, animosa y pura”. En las olimpiadas de Berlín de 1936 se celebró por primera vez una marcha con la antorcha. La cadena humana partió del templo de Hera, en Olimpia, hasta el estadio olímpico en Berlín.

El emblema olímpico formado por los cinco aros entrelazados fue diseñado por Coubertin en 1913 y representa a los cinco continentes: Europa, Asia, África, Oceanía y América. Los aros se distribuyen en dos filas, tres en la parte superior (negro, azul y rojo) y dos en la inferior (amarillo y verde). Se escogieron estos colores porque son los que se pueden encontrar en la bandera de cualquier país participante en los Juegos. La bandera fue aprobada durante el congreso olímpico de París en 1914 coincidiendo con el vigésimo aniversario de la fundación del Comité Olímpico Internacional.

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El lema de los Juegos Olímpicos “Citius, altius, fortius” (“Más rápido, más alto, más fuerte”) fue escogido por el barón Pierre de Coubertin porque es la que utilizaba su profesor del colegio Arcueil para describir los éxitos de sus estudiantes en las carreras de atletismo.

Hasta las olimpiadas de 1896 no se cantó el himno olímpico durante los Juegos. La composición musical se debe al griego Spiron Samara y la letra a su compatriota Costis Paalamas. No se convirtió en el himno oficial hasta la 55° reunión del COI celebrada en Tokio en 1958. El himno sólo existe en tres idiomas (griego, por ser la lengua oficial de los compositores y francés e inglés, por tratarse de la lengua oficial del COI). La traducción no oficial del mismo reza así:

Espíritu inmortal de la antigüedad,

Padre de lo verdadero, lo hermoso y lo bueno.

Desciende, preséntate,

Derrámamos tu luz sobre esta tierra y bajo este cielo,

Que fue el primer testigo de tu imperecedera fama.

Dad vida y vivacidad a esos nobles juegos

Arrojad, guirnaldas de flores que no palidecen

¡A los victoriosos en la carrera y en la contienda!

¡Crea, en nuestros pechos, corazones de acero!

En tus ligeras llanuras, montañas y mares

Brillan en un matiz roseo y forman un enorme templo

En el que todas las naciones se reúnen para adorarte,

¡Oh espíritu inmortal de la antigüedad!

Los Juegos Olímpicos de 1908 debían celebrarse en Roma pero la erupción del Vesubio dos años antes obligó al gobierno italiano a suspender su celebración con el fin de destinar el dinero a la reconstrucción de Nápoles. Londres organizó entonces el mayor evento deportivo de la historia entre el 27 de abril y el 31 de octubre con la participación de 1999 hombres y 36 mujeres. Durante esos Juegos la Maratón tuvo una distancia inusual. En un principio el recorrido estaba ideado para que los corredores corrieran los 40 kilómetros que separaban el Castillo de Windsor del Estado Olímpico de Shepherds Bus. Sin embargo, los organizadores decidieron complacer al príncipe de Gales que había solicitado al barón de Coubertain que el lugar de la salida fuera modificado para que se iniciara en los jardines del Castillo de Windsor, bajo la ventana de la estancia de una de sus hijas que ese día celebraba su cumpleaños. Además, se añadieron unos metros más para que la carrera finalizara frente al palco real, presidido por la reina Alejandra, esposa de Eduardo VII. La distancia quedó en 42 kilómetros y 195 metros y desde 1924 es la medida estándar del Maratón olímpico.

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Estas son alguna de las curiosidades de este evento Seguramente en un futuro se mencionara que una pandemia frustró las olimpiadas del 2020, un año para el olvido.

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